domingo, agosto 23

Ve

Ve y Ele se conocieron muchas veces.
Una vez fueron sus padres, encontrándose. Solo Ve se acuerda.
Otra noche en que Ele, algunos años menor que Ve, fue invitado a una cena o a ver una película en casa de un amigo en común. Probablemente Pulp Fiction; Ve era bella, de un modo tenue e inalcanzable. Ele la recuerda parada contra una pared, de frente a el, sonriéndole. En esos días Ve usaba esos aparatos que enderezan los dientes por la fuerza. Su sonrisa tenia un brillo metalico.
Ele se atrevió, algunos días después, a imaginar que ocurriría con un beso en esa boca encarcelada pero no se lo dijo a nadie. De esa noche solo Ele se acuerda. No cruzaron mas que una saludo.

De algún modo se hicieron amigos, se vincularon con las mismas personas. Se acercaron, hablaron muchas veces mas.

Una noche en que Ve festeja su cumpleaños, salen juntos al jardín. Adentro de la casa una pequeña multitud baila y bebe. Es una noche de julio, el cielo hondo de Golondrinas vestido con lentejuelas. Suben por una escalera de madera hasta la casita del árbol de los hermanitos menores de Ve, Ele tiene un bagullo de faso y como no hay papel ni pipa improvisa una con una lata de gaseosa. Ele fuma primero, luego Ve. El rostro de Ve se ilumina con la luz dorada del encendedor, es todo lo que los ojos de Ele pueden ver, una y otra vez mientras Ve intenta fumar, y le parece tan bella que es incapaz de decirle lo que le pasa por la mente en esos instantes. Esos ojos, que lo miran oblicuamente, enrojecidos, son grises y azules y se van adentrando en su piel, como un veneno, como una tropilla de caballos opiáceos, desbocados, corriendo venas adentro. Hablan, rien y luego vuelven a la casa cuando una amiga de Ve se acerca preguntando por ellos.
Esa noche Ele duerme con la amiga de Ve. Ve duerme con su novio.

Hubo otras noches, muchísimas mas.

Luego Ve se fue del pueblo y solo quedaron las cartas y los veranos. Una noche o una tarde Ve llamo desde Praga. Dale habla, le dijo. Entre ellos había veintemil kilómetros y la gran mayoria corria sobre el océano.

Ve volvió muchas veces, y se fue otras tantas. Sucedió una noche en la puerta de la casa de su madre. Hablaron de tantas cosas que la noche se les hizo madrugada y luego la luz comenzó a crecer detrás de las montañas haciendo de la oscuridad una sustancia azulada, luego celeste. Estaban sentados sobre una pila de arena fina, casi no hacia frio.
Se besaron una vez ahí, sentados, y otra vez junto a la puerta de la casa, de una manera mas intensa. Se despidieron asi, sabiendo que volverían a verse y que tenían todo el tiempo por delante.

lunes, agosto 17

Un barco

Una herida de tinta
boca y ojos enrojecidos,
Rubor desesperanzado en una mueca pendiente
Un roce y el tacto de la lengua, claustrofobica,

Beso que no encaja entre esas piernas urgidas,
preludio de un rio,
inexistente,

Era un hombre descarnado, convulso.
Aturdido de oir su propia voz.

Era un mujer ligera, otoñal.

En sus ojos habia un humo de intrigas y un soplo dulce.
Desnudandose, en lugar de hablar o llorar,
se besaron y despidieron,
en el fondo de ese beso habia un barco,
un barco vacio.

El ojo de la mujer que besaba fingia cerrarse,
conocia el engaño de su piel, sabia que no podia dejar de acechar,
de escribir una mentira sobre otra palabra
dicha tantas veces,
sobre ese ojo que no terminaba de cerrar

y cuando hacia el amor buscaba en la penumbra
a ese otro sujeto, incapaz de dormir, de soñar.
Y él, que se dabatia sobre su cuerpo, desnudo y ciego, nebuloso, vibrante,
aterrorizado de placer,
no sabia oir lo que se murmuraba tras esos labios florecidos, que sangraban.

Hacia un frio infernal, al menos 15 grados bajo cero,
habia tempanos de semen,
y la vagina de su amante colgaba en la pared.

sábado, agosto 8

Poker Night

Escena 3.
(El joven A. es invitado por T. a participar de un sencillo juego de cartas)


La verdad que no te puedo decir algo certeramente por lo sigte:
El poker un sabado despues de las tres de la mañana me produce espasmos hormonales y desconfiguraciones traumaticas de la personalidad. Horror a la luz solar, gripe B y psoriasis. Cagadera, bisexualidad, alcoholismo y, por ultimo (esto al momento de ver el tenue desencanto de la sombra, hacia el alba) depresion aguda.
Las soluciones que me receto mi siquiatra son:
1-jugar temprano
2-irse a una fiesta despues
3-tomar buena merca y olvidarse del poker
4-tener buen sexo grupal hacia las tres am, con fluidez y desenfreno. Luego volver al partido
5-construir a medida que avanza la partida una novela demoniaca, agresiva y genial, soñar conque la mañana del dia sigte ocurrira ese pacto con el diablo que es la escritura del escritor no profesional.
6-Suicidarse en la orilla del rio de la Plata, contemplando la esfera dorada, incandescente, del sol hacia el amanecer
7-Declinar la invitacion
8-Resignarse a padecer los sintomas anteriores con madurez y hombria
9-Internarse en el Hospital arguyendo panico o gripe A.

(A. termina de escribir estas palabras sentado frente al monitor de su computadora. Relee lo escrito. Se acerca a la ventana, son las 16 hs. Toma un frasco de alcohol en gel, vuelca un poco del contenido en su mano izquierda. Se frota compulsivamente una mano con otra. Inspira profundamente el olor a alcohol y sale a la calle)

lunes, agosto 3

pequeños cocodrilos

Padre sentado al telefono. Habla con madre, le pregunta como esta. Como esta hijo?
Aca esta, un poco inquieto. Ahora esta tirado en el suelo, dibujando. Decile que venga a hablar conmigo.
Hijo toma el telefono. Su vocecita atraviesa miles de kilometros y llega a los oidos de padre. Hey papa, por que no estas aca? te extraño mucho, dice con su vocecita aguda. padre se imagina la carita entristecida de hijo. No puede evitar sonreir, yo tambien hijito. Pero mucho te extraño, no tenias que quedarte alla, vuelve a decir hijo y padre deja de sonreir y su rostro se inclina hacia una mueca dolorida.
Sobreviene un silencio. Padre intenta escoger entre muchas palabras algunas que sirvan de consuelo a hijo, y a si mismo. Lo que pasa hijo, empieza a decirle con un tono didactico, pero se interrumpe. Mama, me dibujas un elefante? la vocecita aguda grita del otro lado del telefono y se va tornando mas lejana. Oye la voz de Madre, que te dijo papa? Hijo no responde. Pero cortó el telefono? si, responde hijo. Dibujame un elefante, dale. Tomá este lapiz.

sábado, agosto 1

D G, Proletkult

D. Gonzalez conocio al mismo “gato belo” que yo conoci, ese que avanzaba a pasos cortos por los pasillos de la esquina de Alem y Guido

D. Gonzalez creció frente a un baldio sin final, un pedazo de estepa al otro lado de la calle. Mas alla las vías del tren, luego de eso el desierto.

De Gonzales escucho tres millones setecientos seis acordes de una guitarra eléctrica Gibson antes de cumplir los dos años. Viajo al sur y nos conocimos.

De Gonsales entrevió algunas posibilidades de la divinidad. Tomo por asalto sus altares y besó a las vírgenes que lloraban sangre bajo los arboles añosos que crecen en las márgenes sureñas del rio negro.

Se rio una noche de invierno y su risa exploto sobre el asfalto y vio como una nube de humo espeso se elevaba, meciéndose, mientras el aire permanecía perfectamente inomvil.

Otras noches, antes o después, escribió algunas palabras sobre un cuaderno pequeño, diseñado para que los niños ensayen sumas y restas. Tal vez haya escrito sobre un pájaro de alas inmensas, oscureciendo el cielo y de un hombre que se subia a un automóvil en llamas. Me llevas hasta el centro, preguntaba.

Volvió a escribir, bebiendo sus palabras varias noches consecutivas. Durmió apenas.

La quinta noche en vela decidió bañar su cuerpo en alcohol y saltar desnudo sobre un pequeño fuego que fue alimentando con las hojas del cuaderno sobre las que había escrito sus poemas, esas palabras desordenadas. Su barba había crecido despareja, revuelta y rojiza.

Me encontré con él algunos años después. Masticaba las cenizas de su incendio, los ojos como dos carbones pulidos. Fumaba y la piel de su rostro copiaba la forma de sus pomulos.

Puso un pequeño volumen de poesía en mis manos y luego cada uno de nosotros volvió al agujero del que había salido.

La ultima vez que lo vi hacia dedo en una ruta ventosa, los pantalones se le pegaban a las canillas. Estaba prolijamente afeitado. Era abril ese anochecer y el cielo podía atravesarse con los ojos. Imagino que tenia un cigarrillo en los labios. El no me vio, lo encandilaban los faros de los autos, detrás suyo parecía no haber nada mas que la noche.